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Cannabis legal: cómo se hace aceite medicinal en el primer proyecto de producción de la Argentina

Jujuy es la única provincia que cuenta con una planta productora de cannabis con fines medicinales. Se trata de Cannava, una sociedad estatal que se dedica a la producción pública de derivados medicinales de la planta más comúnmente llamada marihuana.

Infobae tuvo la oportunidad de conocer las instalaciones de Cannava. en las inmediaciones de San Salvador de Jujuy. Durante la visita se pudo observar el campo de cultivo al exterior así como el laboratorio donde se produce el Aceite de de cannabis de grado farmacéutico rico en CBD a razón del 10%, bautizado “CBD 10″.

El CBD es uno de los componentes más presentes en el cannabis junto al THC; pero hay que diferenciarlos. Mientras el segundo es aquel que buscan las personas para el uso recreativo de la marihuana, el primero es el componente medicinal con propiedades terapéuticas que se emplea cada vez más para contrarrestar el trastorno convulsivo (epilepsia) y combatir la ansiedad, dolores crónicos, distonía, Parkinson y enfermedad de Crohn, entre otras afecciones.

Jorge Orlandi, el encargado de Campo de Cannava, explicó que las tierras pertenecen al hospital estatal Arturo Zabala de la localidad de Perico, y constan de una finca de 11.500 hectáreas; aunque el proyecto ocupa 220 hectáreas alambradas.

“Para el cultivo exterior contamos con 91 hectáreas, pero solo ocupamos 35 por año, de modo que el resto de la tierra descanse”, explicó Orlandi mientras conducía a través de campos cultivados.

El encargado explicó que el cultivo en exterior se realiza una vez al año, ya que respetan el ciclo de luz natural. “Lo que hacemos es darle algunas horas extra de luz artificial a las plantas pero únicamente para engañarlas y ‘estirar’ un poco la etapa de vegetación”, destacó.

“Los cultivos de Cannava son cien por ciento orgánicos, no usamos ningún producto químico ni sintético por lo que en exterior respetamos el ciclo natural y cosechamos una única vez por año”, explicó Orlandi y detalló que cada hectárea trabajada produce cerca de una tonelada de flores secas por año; es decir que, únicamente en campos destechados, producen 35 toneladas de material vegetal seco anualmente.

“Tenemos dos invernaderos de 2.400 metros cuadrados cada uno; las unidades techadas producen entre 500 y 600 kilogramos de flores secas por ciclo de cuatro meses. Es decir que en indoor realizamos tres ciclos anuales”, detalló Orlandi.

Al hacer cuentas, es posible aproximarse a la producción total anual de Cannava; en exterior es de 35 toneladas por año y en interior se puede promediar en 1.100 kilogramos por ciclo; es decir un total de 3.300 kilos, dando un total de 38,3 toneladas anuales de materia seca.

La materia vegetal, antes de ingresar al proceso de secado debe ser “manicurada”, es decir que hay que removerle las hojas para dejar únicamente la flor. Orlandi explicó que ese proceso lo realizan con máquinas trimeadoras (sirven para retirar las hojas), y que cuentan con dos aparatos de primer nivel mundial. “Más grandes que en Holanda”, aseguró.

Una vez que las flores están secas pueden ser empleadas para la producción de aceite rico en CBD. Este complejo proceso se realiza en un laboratorio que se encuentra en las instalaciones de Cannava y al que Infobae pudo acceder; se trata de un espacio que respeta estrictas condiciones de higiene y seguridad.

Dos trabajadores del laboratorio le explicaron a este medio que para obtener el aceite utilizan un método de extracción en alcohol en frío; “trabaja a menos 40 grados”; el primer extracto que se obtiene debe ser enviado a diferentes aparatos de filtración y se lo somete a procesos químicos hasta que se obtiene el aceite en crudo.

En base a informes de gestión de Cannava, se puede estimar que si obtienen de forma anual unos 38,3 toneladas de flores secas, tienen la capacidad de producir más de 43.000 litros de aceite crudo de CBD.

Este crudo de todas formas no es la versión acabada y comercializable, debe ser sometido a nuevos procesos para resultar en la presentación terapéutica, el CBD 10.

El aceite de cannabis producido en Jujuy todavía no cuenta con la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (Anmat) por lo que por ahora no puede ser comercializado en Argentina, sino que únicamente puede vender a droguerías jujeñas, que luego lo pueden comercializar.

Si bien por el momento la producción de Cannava se realiza únicamente con plantas ricas en CBD y con muy baja concentración de THC, “retazos” tal como dijo Orlandi, se comenzaron a hacer pruebas con el componente psicoactivo. De todas formas el proyecto no se realiza por sus efectos recreativos, sino porque el THC también puede tener beneficios terapéuticos para personas con ciertas afecciones.

“Es muy importante avanzar en las exploraciones sobre el poder terapéutico del THC. Las investigaciones que ya se han desarrollado en el mundo dan cuenta de que este tipo de formulaciones equilibradas en THC y CBD han demostrado eficacia en el tratamiento del dolor crónico, lo que significa poder implementar una mejora en la calidad de vida de pacientes afectados por una amplia cantidad de patologías”, dijo Gastón Morales, presidente de Cannava e hijo del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, en declaraciones al diario local El Tribuno.

“Nuestro proyecto busca explorar los efectos de este aceite en un modelo experimental de dolor crónico. El objetivo final del mismo será ver si esta formulación logra reducir el dolor persistente, primero a nivel experimental, y luego en pacientes”, destacó Florencia Coronel, quien dirige el proyecto.

En las instalaciones de Cannava también llama la atención la seguridad. “Si bien nuestras plantas no contienen THC, es decir que no son psicoactivas, se sigue tratando de cannabis y podemos llegar a tener un evento desagradale”, dijo Orlandi mientras señalaba uno de los puestos de vigilancia de los campos que cuentan las 24 horas con un oficial de la policía de Jujuy.

Cannava cuenta con un cercado perimetral, seguridad las 24 horas del día y cámaras de vigilancia que monitorean todo el predio cultivado, a fin de evitar la aparición de intrusos y curiosos, de hecho Orlandi contó que en ocasiones recibieron personas en la puerta que querían ver los campos por curiosidad o “razones turísticas”, práctica que, de más está decirlo, está terminantemente prohibida.

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