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Comienzan en Argentina estudios sobre el uso de cannabis en dolores asociados al cáncer

El uso del cannabis para fines medicinales sigue sumando buenas noticias en el campo de la investigación. Un grupo de científicos de la Universidad Austral y el CONICET firmaron un acuerdo con la empresa estatal jujeña Cannava, con la idea de comenzar estudios preclínicos sobre el uso del cannabis en dolores asociados del cáncer.

Se trata del primer ensayo de este tipo, que se realiza con aceite producido en el país, a partir de una iniciativa del Ministro de Desarrollo Productivo. Este nuevo paso, que busca aportar evidencia científica sobre los efectos terapéuticos, va en torno a la nueva reglamentación para la Ley 27.350, sobre uso medicinal de cannabis, que autorizó el autocultivo de esta planta con fines medicinales y amplió su utilización más allá de la epilepsia refractaria.

“Es el primer ensayo en dolor crónico que se hace con aceite de cannabis producido en el país. Desde la sociedad, hay mucha expectativa puesta en el uso de cannabis para tratar distintas patologías, pero, desde la ciencia, aún faltan evidencias. Por eso decidimos encarar esta investigación porque creemos que los cannabinoides, al actuar sobre el sistema endocannabinoide, que desempeña un rol fundamental en disminuir la señal de dolor del organismo, tienen una gran potencialidad”, dijo la doctora en Ciencias Biomédicas María Florencia Coronel, investigadora del CONICET en las Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT) y directora del proyecto, en declaraciones a la Universidad Nacional de San Martín.

Dirigido por Coronel, el Laboratorio de Dolor en Cáncer realiza una serie de investigaciones en dolor neuropático asociado a fármacos quimioterápicos desde hace más de dos décadas. En agosto, finalmente, comenzarán los ensayos con la empresa jujeña Cannava, quien se encargará de proveer los aceites, mientras que el trabajo experimental será realizado por IIMT, ubicado en el partido de Pilar.

“Actualmente, es bastante limitada la disponibilidad de analgésicos que existen para este tipo de dolor. Los analgésicos comunes no sirven y los que se usan son drogas que fueron creadas para otras cosas. Para el dolor neuropático asociado a la quimioterapia el único que está aprobado es la duloxetina, que es un antidepresivo. También hay pacientes que se tratan con otros, como la pregabalina, que es un antiepiléptico. Pero la efectividad suele ser baja y pueden presentar efectos adversos, de ahí la importancia de buscar nuevas alternativas”, manifestó Coronel.

Justamente, a causa de esta limitada disponibilidad que señala, muchas personas están obligadas a usar otras fórmulas derivadas del cannabis, que en muchas ocasiones no dan los resultados previstos.

Por último, Coronel destacó el trabajo de la Red Argentina de Cannabis Medicinal (RACME) del CONICET, al que consideró clave en los debates legislativos. “El trabajo de la RACME es invaluable porque, más allá de que haya voluntad política, se necesitan expertos que sepan del tema y aporten evidencias. Se ha avanzado un montón en los últimos años pero todavía falta. Aun siendo de un organismo de investigación científica, como el CONICET, todo lo que es regulatorio nos cuesta un montón porque recién se están armando los protocolos”, dijo Coronel, que también integra la RACME.

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